Maria Cardoza-Arellano

Maria Cardoza, nacida el 5 de diciembre de 1963, era una mujer muy amorosa cuyo mundo giraba en torno a Dios, su esposo y sus 8 hijos.  Se casó con su esposo, Agustín Silva, el 1 de marzo de 1980. Originaria de México, le encantaba la música de mariachi, específicamente el gospel cristiano.  Su amor por Dios fue tan fuerte y puro que trascendió a sus compañeros tanto en el trabajo como en el hogar.  La mayoría de las personas que la conocieron y, si no todas, por su ser amoroso y compasivo, recuerdan haber recibido abrazos y cálidas sonrisas al verla.  Ella trabajó en Stadelman’s Fruit en Zillah, Wa.  Donde sus compañeros de trabajo siempre la respetaban, era conocida como una mujer trabajadora y una persona que siempre sonreía.         Cuatro hijos y cuatro hijas, esa es la cantidad de hijos que tiene María.  Siempre estuvo a cargo de la casa, nunca hubo desacuerdos porque lo que dijo era correcto.  Había esta gentileza y firmeza en sus creencias, preocupación y órdenes de que parecía incorrecto desobedecerla.  Lo que ella tenía era la protección de Dios, una protección que todos admiraban.  A lo largo de su vida, nosotros como sus hijos siempre admiramos su firmeza y creencia en Dios.  Si hubo algún problema, su respuesta fue "Tenemos que creer en Dios, él es un Dios de amor, y todo estará bien porque está con nosotros".  Era una mujer que amaba mucho a sus padres y hermanos, especialmente a su madre Fermina, a quien cuidó hasta el final.  Siempre que sus hijos, nietos, o incluso su hija y cuñado tenían algún tipo de problema, siempre estaba preocupada por ellos.  Los mensajes de texto y las llamadas eran comunes hasta que se resolvió el problema, e incluso entonces ella se mantuvo en contacto.  Dios estaba trabajando a través de ella, para llegar a su familia y a las personas que la rodeaban, Dios estuvo con ella hasta el final.         María era una mujer tranquila, pero su creencia en Dios era fuerte.  Su esposo Agustín y ella crearon un legado que llegará a muchas generaciones.  Su amor por la gente, sin decir nunca "no" y sin querer recibir nada a cambio, nos hizo admirarla aún más.  Nosotros, como seres humanos, sentiremos el dolor de su muerte, pero estemos en paz al saber que un Dios de amor la está cuidando.  Un amor que es indescriptible, ella era el epítome de ese amor.  Puede que haya dejado la tierra, pero está viviendo en la eternidad con Dios.  Un lugar donde tenemos que seguir luchando, porque ella ganó la batalla, y lo único que queda es que nosotros sigamos sus pasos.  Probablemente se regocija en el cielo con su madre mientras hablamos, y por eso estamos agradecidos con Dios.  Siempre la tendremos en nuestros corazones y en nuestra mente, una madre que fue nuestro modelo a seguir, una madre a la que siempre amaremos. Maria Cardoza, born on December 5th 1963, was a very loving woman whose world revolved around God, her husband, and her 8 children. She married her husband, Agustin Silva, on March 1st 1980. Originally from Mexico, she had the love for mariachi music, specifically Christian gospel. Her love for God was so strong and pure that it transcended onto her peers both at work and at home. Most of and if not all the people that knew her, for her loving and compassionate self, remember receiving hugs and warm smiles upon seeing her. She worked at Stadelman’s Fruit in Zillah, Wa. Where her coworkers always respected her, she was known as a hardworking woman and person that always smiled.         Four sons and four daughters, that’s how many children Maria has. Around the house she was always in charge, there was never any disagreements because what she said was correct. There was this gentleness and firmness in her beliefs, concern, and commands that it seemed wrong to disobey her. What she had was God's protection, a protection everyone admired. Throughout her life, we as her children always admired her firmness and belief in God. If there was any trouble her response was “We have to believe in God, he’s a God of love, and everything will be ok because he is with us”. She was a woman that loved her parents and brothers very much, especially her mother Fermina, whom she took care of until the end. Whenever her children, grandchildren, or even her daughter and brother in law were in any sort of trouble, she was always concerned for them. Text messages and calls were common until the problem was solved, and even then she stayed in contact. God was working through her, to reach her family and people around her, God was with her until the end.         Maria was a quiet woman, but her belief in God was loud. Her husband Agustin and she created a legacy that will reach many generations. Her love for people, never saying “no” and never wanting to receive anything in return, made us admire her even more. We as human beings will feel the pain of her passing, but be at peace to know that she is being taken care of by a God of love. A love that is indescribable, she was the epitome of that Love. She may have left earth, but she is living in eternity with God. A place where we have to continue to strive for, for she won the battle, and what’s only left is for us to follow in her steps. She is probably rejoicing in heaven with her mother as we speak, and for that we are grateful to God. We will always keep her in our hearts and mind, a mom who was our role model, a mom whom we will always love. To order memorial trees or send flowers to the family in memory of Maria Cardoza-Arellano, please visit our flower store.